23 noviembre 2011
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Seis factores que condicionan el almacén de materias primas de la empresa

 

 

Mario Cantalapiedra - Economista

Las existencias en los almacenes de la empresa suponen una inversión que es preciso financiar. En el caso concreto del almacén de materias primas, en él se incluyen los bienes necesarios para la producción que no se han incorporado al proceso productivo, interesando mantener un nivel mínimo de este almacén que garantice la marcha regular de la actividad. El volumen real que alcance el almacén de materias primas dependerá de los seis factores siguientes:

 

 

  1. Producción prevista en el período. Es el principal elemento que influye en la compra de materias primas y en el nivel que alcance su almacén.
  2. Almacén de seguridad. Un porcentaje determinado de las materias primas en almacén cumplirá la función de evitar rupturas de inventario, es decir, interrupciones en el proceso productivo por falta de materias primas.
  3. Fuerza relativa de la empresa para lograr el suministro de sus proveedores en el momento preciso. Lo ideal sería contar con proveedores que estuviesen dispuestos a suministrar las materias primas en cuanto se necesitarán y sin retraso, lo que permitiría trabajar prácticamente con almacenes de materias primas nulos. No obstante, sólo las empresas de mayor dimensión suelen tener la fuerza suficiente para exigir este comportamiento a sus proveedores.
  4. Perspectivas sobre la evolución de precios. Ante una coyuntura de subida de precios de las materias primas, puede ser interesante realizar pedidos mayores para protegerse contra la inflación futura.
  5. Costes relacionados con el almacén de materias primas, ya sean directamente imputables al almacenamiento (alquiler espacio físico, mantenimiento, etcétera), derivados del posible deterioro de las materias primas (pérdidas, roturas, depreciación técnica o económica, etcétera) o concernientes a los recursos financieros que financian el propio almacén.
  6. Posibilidad de optimizar los pedidos. En ocasiones se puede reducir el precio de los artículos comprados o mejorar sus condiciones de pago si se adquieren mayores cantidades por pedido, disminuyendo la frecuencia en la que se realizan las compras. Ante esta posibilidad deberán compararse las ventajas directas obtenidas al aumentar el volumen de los pedidos, como pueden ser las de rebaja del precio y mejora en la forma de pago, así como las que se logren  de un modo indirecto al disminuir la frecuencia de los pedidos (reducción de los costes fijos de procesamiento: llamadas telefónicas al proveedor, papeleo, gastos de transporte de las materias primas, etcétera), con los costes soportados al almacenar y financiar un nivel de existencias mayor en almacén.

 

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