Mario Cantalapiedra - Economista
Los impagos o impagados representan un grave problema para las empresas, especialmente cuando su importe aumenta de forma considerable, pudiendo llegar a comprometer la viabilidad del negocio.
Un impagado genera diferentes costes para la empresa que lo soporta. Desde aquellos de índole administrativa motivados por su control, contabilización, seguimiento y reclamo; pasando por los monetarios que implica tener que financiar el período extra que transcurre entre el vencimiento pactado con el cliente y la fecha real de cobro; hasta los temidos costes económicos que puede implicar la pérdida final si el impagado se convierte en un crédito incobrable.
Pero ocurre que no siempre las causas de un impagado son imputables al cliente. Puede suceder que una mala praxis por parte de la empresa proveedora, o inclusive por parte de un tercero que intervenga en la relación comercial entre cliente y proveedor, sea el origen del problema.
En el caso de los terceros, pueden existir, por ejemplo, errores de los agentes comerciales externos, de las empresas de transporte subcontratadas para enviar los pedidos o de las entidades financieras que procesan los medios de cobro, que sean los causantes del impago.
Asimismo, el impagado puede venir motivado por errores que cometa la empresa proveedora en el proceso de venta o en las tareas administrativas que se relacionan con él. Entre ellos están los errores técnicos como vender bienes defectuosos o los logísticos como entregar la mercancía vendida en un lugar equivocado o fuera del plazo convenido. También pueden existir errores de tipo administrativo como olvidar incluir un descuento por pronto pago, así como equivocaciones en las unidades o precios facturados o en la dirección de correo electrónico o física donde se envía la factura.
Especialmente en un momento como el actual donde la preocupación por la morosidad aumenta en el mercado, es importante que las empresas proveedoras optimicen sus procesos de venta y las tareas administrativas relacionadas con ellos, también garantizando una calidad mínima en los servicios que se subcontratan, con el fin de minimizar los impagos que no son imputables a los clientes.