El efecto de las provisiones en el resultado de la empresa
Mario Cantalapiedra - Economista
Imagina que al cierre del ejercicio contable te encuentras con que un cliente lleva a tu empresa a juicio, porque considera que le habéis vendido un producto defectuoso y os reclama por ello una indemnización, existiendo una alta probabilidad de tener que pagarla. Aparece así una obligación futura, especificada en cuanto a su naturaleza, pero de la que se desconoce tanto su importe exacto como el momento concreto en el que se tendrá que afrontar. En esta situación, la normativa contable española permite recoger dicha obligación en el pasivo del balance bajo el concepto de provisión, con cargo a una cuenta de gasto, siempre que sea probable la salida de recursos para cancelarla y que su importe pueda medirse con fiabilidad.
El problema es que el cálculo de las provisiones se basa en estimaciones de lo que puede llegar a pasar, y mal dotadas pueden ser elementos que distorsionen la cuenta de pérdidas y ganancias. Se pueden dotar por exceso para declarar un menor beneficio y pagar menos impuestos a Hacienda, pero también se pueden dotar por defecto para maquillar el resultado ante terceros y mostrar una mayor ganancia ante, por ejemplo, los bancos que conceden financiación a la empresa. De ahí que los analistas externos traten de conocer los criterios que sigue la empresa al dotar provisiones, bien a través de explicaciones que figuren en su memoria, bien preguntando directamente a sus responsables. A estos efectos, comentar que el Plan General de Contabilidad español recoge expresamente las siguientes provisiones:
- A largo plazo:
- A corto plazo: