Diferencias clave entre tarjetas de débito y crédito
Las tarjetas bancarias representan un instrumento de pago esencial en España, con 93 millones de tarjetas en circulación.

Las tarjetas bancarias representan un instrumento de pago esencial en España, con 93 millones de tarjetas en circulación.
Mario Cantalapiedra - Economista
Las tarjetas bancarias son medios de pago que las entidades financieras proporcionan a sus clientes, que pueden utilizarlas en lugar del dinero en efectivo. Fundamentalmente, existen dos tipos de tarjetas bancarias: de débito y de crédito. Según datos del Banco de España, el tercer trimestre de 2024 finalizó con 93 millones de tarjetas en circulación en España, de las cuales 50,42 millones son de débito y 42,58 millones son de crédito.
Mientras que las tarjetas de débito permiten utilizar el dinero depositado en una cuenta bancaria corriente o de ahorro, las de crédito posibilitan el acceso a una línea de crédito. A continuación, se presentan tres de las diferencias más destacadas entre ambas:
El límite de la tarjeta de débito es el dinero disponible en la cuenta bancaria asociada. No obstante, es habitual que la entidad que la concede establezca un límite diario de disposición por motivos de seguridad. En el caso de las tarjetas de crédito, el límite es la financiación máxima concedida por la entidad financiera. Normalmente, se establece una cantidad mensual que puede ser modificada por la entidad si observa variaciones en la capacidad de pago del cliente. También este puede solicitar modificar el límite. Reducirlo, generalmente no presenta problemas, pero para aumentarlo se necesitará la autorización previa de la entidad, ya que supone un incremento del crédito concedido.
La tarjeta de débito requiere de una cuenta bancaria abierta en la entidad que la concede, y los cargos correspondientes se registran de forma inmediata en dicha cuenta. Por otro lado, una tarjeta de crédito puede ser emitida por una entidad financiera sin necesidad de tener una cuenta corriente o de ahorro en ella. Los cargos correspondientes a su uso se giran en la cuenta bancaria elegida por el cliente.
Con una tarjeta de débito, los cargos se imputan a la cuenta bancaria en el momento en el que se realizan. En cambio, con una tarjeta de crédito, el pago se realiza según la modalidad y periodicidad acordadas con la entidad financiera. Habitualmente, se puede elegir entre pagar el importe total de las operaciones realizadas en el período anterior (mes), o pagar parte del saldo pendiente, más las comisiones e intereses generados por la financiación. Aunque esta flexibilidad en el pago puede ser útil, existe el riesgo de sobreendeudamiento si no se controla el uso de la tarjeta, debido a los intereses y comisiones que se pueden acumular con el tiempo.