10 enero 2011
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Consejos para elaborar el presupuesto de tesorería

 

 

 

Mario Cantalapiedra - Economista

En la confección del presupuesto de tesorería de cualquier empresa bastará con reflejar, en forma de tabla, los cobros y pagos previstos para cada uno de los períodos, normalmente de forma separada. El saldo inicial del presupuesto se obtendrá del último balance cerrado por la compañía, representando lo que se conoce como posición inicial de tesorería. Sumando a este saldo, en cada uno de los periodos que se consideren, la diferencia prevista entre cobros y pagos se llega al saldo final. Como no puede ser de otro modo, el saldo final de un período será el inicial del siguiente.

Es muy importante tratar de incluir en el presupuesto todos los cobros y pagos que puedan acontecer en la empresa, sin olvidar aquello de que “hacer predicciones es muy difícil sobre todo si se refieren al futuro” tal como proclamaba el Premio Nobel danés Niels Bohr.

Los cobros que formarán parte del presupuesto de tesorería podrán tener la siguiente procedencia:

 

  • Por ventas. Se obtendrán a partir del presupuesto de ventas y según las condiciones de cobro pactadas con los diferentes clientes. Tal como os comente en el post anterior, mi criterio es ser conservador a la hora de incluir las cifras previstas de cobros en el presupuesto de tesorería, teniendo en cuenta, independientemente de las condiciones pactadas con los clientes, factores correctores en función de la morosidad que sufra la empresa.
  • Otros cobros. Por intereses por depósitos o cuentas bancarias, por ventas de activos no corrientes, por subvenciones (si es que todavía queda alguna a la que se pueda optar), por préstamos recibidos, por ampliaciones de capital, etcétera.

Los pagos a incluir en este presupuesto podrán tener los siguientes orígenes:

 

  • Por compras de materias primas. Se obtendrán del presupuesto de compras, teniendo en cuenta las condiciones de pago a proveedores.
  • Por remuneraciones al personal productivo.
  • Por gastos generales de producción (luz, limpieza, seguros, reparaciones, etcétera).
  • Por gastos de administración y venta (salarios del personal no productivo, teléfono, material de oficina, etcétera).
  • Otros pagos. Pagos correspondientes a impuestos que no representan gasto (como, por ejemplo, el IVA), pagos por devolución de financiación ajena (préstamos, arrendamientos financieros, etcétera), por liquidaciones de intereses y comisiones de las entidades bancarias, por dividendos, por inversión en activo no corriente, y cualesquiera otros que la empresa tenga que afrontar.

Resulta primordial prever, y aquí es muchas veces donde nos podemos encontrar posteriores sorpresas muy desagradables, los pagos que se producen con una menor frecuencia en el ejercicio, tales como seguros, impuestos anuales o comisiones de avales bancarios. Dentro de este tipo de pagos, y siempre que sea factible, se deberá procurar solicitar comunicaciones previas de las entidades acreedoras correspondientes donde se nos informe de las fechas e importes que serán cargados en nuestras cuentas. Procedimiento que, por ejemplo, es habitual que sigan las compañías aseguradoras con los seguros domiciliados. 

 

 

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