Seis motivos para cambiar la forma jurídica de la empresa
La forma jurídica de una empresa puede cambiarse para adaptarse mejor a las necesidades y objetivos del negocio.
La forma jurídica de una empresa puede cambiarse para adaptarse mejor a las necesidades y objetivos del negocio.
Mario Cantalapiedra - Economista
La identificación legal de una empresa se logra a través de la forma jurídica, la cual debe ser la más adecuada a la actividad desarrollada y a los requisitos exigidos en cada caso. La forma jurídica influye en aspectos fundamentales como la limitación de la responsabilidad frente a terceros, el tipo de alta en la Seguridad Social o las obligaciones de índole tributaria. Así, se deberá decidir si el empresario será una persona física (autónomo) o una persona jurídica (sociedad) y, en este segundo caso, elegir una de las formas societarias existentes.
No obstante, la forma jurídica no es algo que deba permanecer invariable en el tiempo, ya que existe la posibilidad de modificarla. Entre los motivos que pueden justificar el cambio, destacan los siguientes:
A partir de cierto nivel de beneficios, un autónomo puede optar por constituirse en sociedad para aprovechar el tipo fijo del Impuesto sobre Sociedades (IS). De esta manera, abandona la progresividad del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), donde el tipo impositivo aumenta a medida que crecen los beneficios.
Un autónomo también puede decidir convertirse en sociedad para limitar su responsabilidad patrimonial frente a las deudas generadas por la actividad. Al constituirse en sociedad, la responsabilidad la limita al capital que aporta a la empresa. Esta decisión suele tomarse cuando el negocio del autónomo crece y el riesgo asociado aumenta.
Una sociedad de responsabilidad limitada puede optar por convertirse en sociedad anónima para proyectar una imagen más sólida en el mercado. Las sociedades anónimas suelen tener un capital social mayor (el mínimo legal es más alto) y están obligadas a cumplir regulaciones más estrictas. Este cambio puede transmitir mayor confianza y estabilidad a los diferentes actores con los que se relaciona la empresa (clientes, proveedores, etcétera).
Una empresa puede necesitar transformarse en sociedad anónima para cumplir con los requisitos de contratación establecidos por las administraciones públicas. A veces, estas exigen a las empresas contratistas esta forma jurídica para garantizar una mayor solvencia y capacidad de gestión en la ejecución de los contratos públicos.
Si una empresa desea cotizar sus acciones en bolsa, es necesario que se trate de una sociedad anónima. De igual modo, puede transformarse de una sociedad eminentemente “cerrada”, como la limitada, a una “abierta”, como la anónima, para facilitar la entrada de nuevos accionistas, aunque no salga a bolsa.
Por último, una empresa puede optar por cambiar de sociedad anónima a limitada si considera que las obligaciones formales que tiene son excesivas. Este cambio puede ser beneficioso cuando el número de socios se reduce o cuando la empresa busca simplificar su estructura y gestión.