Las empresas para financiar su actividad pueden utilizar recursos propios, que son básicamente las aportaciones de sus socios o propietarios y los beneficios que se retienen en forma de reservas, y por otro lado pueden utilizar recursos ajenos, que son aportados por terceros. La combinación entre uno y otro tipo de recursos define la política financiera de la empresa, la cual puede medirse a través del denominado ratio de endeudamiento.
Hay diversos modos de calcular el ratio de endeudamiento, siendo uno de los más habituales el que compara la deuda (financiación ajena, en cuanto a la suma de los pasivos corriente y no corriente) con la suma de todos los recursos financieros, propios y ajenos, es decir, con el total patrimonio neto y pasivo. El resultado de esta división suele multiplicarse por cien para expresar la relación en términos porcentuales.
Resulta difícil establecer un valor adecuado para el ratio de endeudamiento, el cual depende mucho del sector, la actividad y el período de vida de la empresa. Cuanto mayor sea su resultado, más depende la empresa de los fondos aportados por terceros. Son muchos los analistas que coinciden en establecer el valor ideal del ratio de endeudamiento en el 50 %, lo cual significa la misma proporción entre fondos propios y ajenos a la hora de financiar la empresa. En cualquier caso, a medida que el ratio de endeudamiento toma un valor mayor, los fondo ajenos, fundamentalmente los que proporcionan las entidades de crédito, suelen ser más caros para la empresa y aparejar la exigencia de mayores garantías (avales).